Mujer y producción de alimentos

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Mujer y producción de alimentos

Según la FAO, las mujeres producen entre el 60% y el 80% de los alimentos del mundo, a pesar de que raramente se destaca su labor como productoras de alimentos en la sociedad. En muchos países las labores agrícolas y el suministro de agua potable son tradicionalmente labor femenina desde siglos y siglos atrás; son las encargadas directas de la subsistencia familiar, sobre ellas recae la responsabilidad y el trabajo, pero pocas veces se llevan el mérito y en la mayor parte de los casos tienen más dificultades que el hombre a la hora de acceder a recursos como la tierra y el crédito y los productos y los servicios que aumentan la productividad.

La contribución de la mujer a la seguridad y producción alimentaria es decisiva y debería estar más reconocida. No sólo en lo que a producción comercial se refiere, también como abastecedoras de alimentos para autoconsumo familiar. Muchos organismos oficiales y ONGs lo saben, y por eso centran su labor en la mujer, pues saben que cada euro invertido se multiplica y redunda en bien de la comunidad a la que pertenecen.

La división de la FAO para América Latina y el Caribe, reconoce que más de la mitad de la producción de alimentos en esa zona es obra de la labor de la mujer rural y la reconoce como garante de la biodiversidad, la soberanía y la seguridad alimentaria. De hecho, asegura en un informe que si estas mujeres tuvieran las mismas condiciones laborales que los hombres, sería posible alimentar a 150 millones de personas más en el mundo que en la actualidad. Por tanto, la fuerza femenina productora de alimentos sería clave para combatir o empezar a hacerlo en serio, el hambre en el mundo. Y es que la mujer no sólo produce alimento, se esfuerza en repartirlo, en alimentar a los niños que están en su entorno (familiar y social), a los ancianos que las rodean.

A nivel mundial las mujeres  representan, de media, el 43 % de la fuerza laboral agrícola en los países en desarrollo. En España, el 15% de la población femenina vive en el medio rural y se estima que el 82% de ellas trabaja en explotaciones agrarias pero de forma familiar, invisible, sin registros; datos de la Comisión Europea afirman que el 59% de ellas no paga su cotización social, es trabajo sumergido y por tanto, carece de salario y de protección social.

La situación de las mujeres rurales es, respecto al hombre, mucho más precaria en todo el mundo, no sólo en España. En México, por ejemplo, trabajan 89 horas semanales; 31 horas más que los hombres. Y en lo que tiene que ver con la titularidad de la tierra, sólo el 11% de la mujeres la tienen en Brasil, un  22,4 %, en México y el 27 % en el Perú. Son datos de la FAO que también asegura que en América Latina el 40% de las mujeres rurales mayores de 15 años no tienen ingresos propios y sin embargo trabajan a diario y muchas más horas que los hombres.

Para crear una sociedad más igualitaria y equilibrada, y un mundo con menos hambre, vemos que el papel de la mujer es vital. Es de desear que desde los gobiernos se apoye el trabajo de la mujer, la igualdad de derechos laborales y sociales, la igualdad de salario. Y se potencien las asociaciones y cooperativas femeninas rurales como medio de vida y de producción alimentaria tanto para autoabastecimiento como comercial, sobre todo en los países en desarrollo. Redundaría en bienestar social, como se ha demostrado sobradamente que ocurre en aldeas de África, Asia y América latina, en que se han apoyado proyectos de este tipo en femenino.

 

Foto by Pixabay

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