¿Por qué lo llaman brunch cuando no lo es?

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¿Por qué lo llaman brunch cuando no lo es? - El Jardín de Venus

En los últimos tiempos el brunch se ha puesto de moda en España. No es cosa de hoy, hace ya unos años que llegó para quedarse. Pero su popularidad ha ido aumentando de tal manera que en muchos establecimientos podemos encontrar que ofertan como brunch cosas que ni son ni deberían recibir tal nombre.

El brunch es, resumiendo y explicándolo brevemente, algo así como un almuerzo que aúna desayuno y comida de mediodía. Tiene unas ciertas peculiaridades que lo hacen único. Un brunch bien servido es estupendo para un día de vacaciones o un domingo. Preparado en casa o tomado en un buen establecimiento, es una delicia así como una forma estupenda de juntar en torno a la misma mesa al mismo tiempo a quienes acaban de levantarse y a quienes llevan horas en pie. Y todos ellos encontrarán platos que satisfagan sus expectativas y apetencias en ese momento.

En España el boom de esta moda ha traído buenas y malas interpretaciones. De las buenas hablaremos otro día, quizá con recomendaciones concretas. De las no tan buenas, aquí va una serie de cosas que nos tratan de vender como brunch pero que no deberían recibir tal nombre.

 

Un desayuno básico con un plato de huevo al doble de precio de un menú del día no es un brunch.

Por desgracia es más habitual de lo que debería. Está muy popularizado últimamente en zonas turísticas y  podría calificarse como almuerzo patrio con clavada. Porque el precio tiene mucha enjundia aunque lo servido tenga muy poca.
Es el mismo desayuno de 3 euros (más o menos) del local pero con un plato más, que en ocasiones es un simplemen pincho doble de tortilla de patata. Si tienes suerte puede ser una tortilla de chorizo, de jamón o de champiñones. Lo más habitual es un par de huevos fritos aceitosos que raramente se han hecho con aceite de oliva. De cosas como huevos Benedictine o huevos rancheros ni han oído hablar. Y de otros platos para el brunch, aún menos.
Eso sí, al llamarse brunch el precio se multiplica hasta llegar e incluso doblar, en algunos casos, el precio del menú del día del propio local. Alucinante pero cierto.

Un menú del día con bollería y zumo de fruta industrial no es un brunch.

Añadir al menú del día del local un brick individual de zumo de fruta (ejem) y un par de piezas de bollería industrial envasada en bolsita de plástico no es ofrecer un brunch. Ni aunque te sirvan todos los platos al mismo tiempo con la ensalada y el café llegando a la vez a la mesa. No, no, eso no es un brunch. Eso es un batiburrillo.
De lo malo, malo, si al menos el zumo fuera natural y la bollería de calidad…
Al menos los locales que suelen optar por esta opción no son tan agresivos con el precio. Da la impresión de que actúan más por desconocimiento y ganas de ofrecer más opciones a sus clientes que por avaricia empresarial.

Un desayuno básico con cóctel no es un brunch.

No pienses comer ni mucho ni bien. Eso sí, el cóctel con mejor o peor acierto se añade al desayuno básico de la casa, se sirve hasta media mañana y se le llama brunch. Puede ser un Bloody Mary con suerte y si esta sigue, con una bollería o unas tostadas ricas de verdad. O puede ser un simple combinado (gintonic, cubalibre, destornillador…) de barman clásico añadido al desayuno básico (café, zumo de naranja recién exprimido o de otras frutas de botellín y tostada o churros o bollo de panadería). La clavada suele ser marca añadida de la casa solo por el hecho de denominarlo brunch.
No esperes que te sirvan ni un vaso de yogur de la tienda, ni un plato de huevo, ni algún tipo de plato salado. Ni se les pasa por la cabeza. Es más bien una forma de servir al que ha seguido la noche hasta el mediodía la última copa y el desayuno al mismo tiempo. Sin más.

Un desayuno inglés con alcohol no es un brunch.

De todas las cosas y combinaciones a las que puede llamarse brunch sin serlo, probablemente la menos mala es el desayuno inglés con cóctel. Por norma general el clásico Bloody Mary. Al menos tendrás un desayuno sustancioso y no te quedarás con hambre. De los precios, hay para todo como en botica.

Un buffet variado y completo pero corriente a precio de caviar y Dom Pérignon no es un brunch.

Dejamos esta opción para el final porque aunque es en la que más llenas el estómago es en la que más vacías el bolsillo. Encontrarás opciones de entre 30 a 200 euros, sí, tal cuál. Eso sí, no estarás disfrutando de un brunch. Al menos llenarás el estómago con diversas opciones en un buffet variado que a menudo es o bien el del clásico desayuno con el añadido de cava o champagne, o bien el de la comida con bollería e igualmente (no suele faltar) cava o champagne.
La clavada acostumbra a ser monumental. Estratosférica. De otro mundo. Tanto que a menudo hubieras preferido haber comido peor pero que al menos te hubieran soplado solo una quinta parte de lo que te han cobrado.

Eso sí, cuando encuentras un auténtico brunch de calidad en un buen local, con un servicio agradable y competente estás en la gloria. ¿Te has encontrado alguno de estos nefastos engendros que llaman brunch sin serlo? ¿Cuál es el mejor y peor brunch que has probado?

 

Foto by Pixabay

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