Ayuda a tu hija a no ser víctima de la violencia de género

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Ayuda a tu hija a no ser víctima de la violencia de género

Hace pocos días saltó a la luz un estudio sobre jóvenes y violencia de género que hizo saltar las alarmas en buena parte de la sociedad; según dicho estudio, el 33% de los jóvenes de entre 15 y 29 años, en España, consideran "aceptable" o "inevitable" controlar los horarios de su pareja, impedir que se relacione o vea a sus amigos o a su familia, no permitir que trabaje o que estudie y, en definitiva, decirle lo que puede y lo que no puede hacer. Demoledor.  Además, de cada tres jóvenes encuestados, uno dice conocer a una víctima de la violencia de género, que en el 21% de los casos es una menor.

Este estudio viene a unirse a otros anteriores que ya ponían de manifiesto el aumento de la violencia de género entre los jóvenes y la falta de percepción de ciertas conductas agresoras como tales, entre adolescente y jóvenes. Algo que si alarma a la sociedad en general, aún lo hace más entre los progenitores de chicas jóvenes y sobre todo de adolescentes. Si es tu caso y te preguntas si puedes hacer algo, si, puedes hacerlo. Nada asegura con toda fiabilidad que cualquiera de nosotras, adolescentes o adultas, podamos ser víctimas de la violencia machista, pero si que existen armas que podemos utilizar y dar a nuestras hijas para que sea más dificil que acaben siendo víctimas de este tipo de violencia. 

La educación es un arma poderosa. No sólo la educación que podemos aportar a nuestros hijos, hembras y varones, enseñándoles el valor de la empatía, del respeto, de las soluciones dialogadas a los conflictos y de que el amor no tiene que ver con la posesión. También debemos educar en positivo, enseñar a nuestras hijas a hacerse respetar, a distinguir los celos de la preocupación por su persona, debemos potenciar la seguridad en si misma sin llegar a la prepotencia y, si es necesario, incluso defensa. 

Además, es importante educar afectivamente y hacerlo sobre todo con el ejemplo, hacerle saber que es querida, escuchada y comprendida aún cuando no estemos de acuerdo con ella, que el que impongamos unas normas de convivencia y de actuación no implica que no se tenga en cuenta su persona y educarla para que distinga cuándo se hace algo por su bien y cuando alguien manipula hechos o palabras para fingir que hace por su bien algo, cuando realmente le está manipulando afectivamente.

Si, es complicado, nadie dijo que fuera fácil. Pero la educación es lo más valioso que podemos aportar a nuestros hijos para su futuro y para contribuir a la sociedad. 

Enseñar (y hacerlo con el ejemplo, en el día a día) que el amor no debe implicar la dependencia afectiva, dónde está el límite entre la preocupación por su persona y el control, a percibir el chantaje emocional, a distinguir entre los celos nimios y normales y los patológicos. 

Y también, por qué no, a que salten sus alarmas cuando escuche algunas frases que suelen ser un síntoma de exceso de control y que pueden ser el inicio de conductas de violencia de género más violentas. Frases como " Te vistes así para que te miren los tíos", "pareces una puta" o " tus amigas quieren separarnos porque tienen envidia de nuestra relación", entre otras, deberían hacerla darse cuenta de que algo no va bien, tanto si se las dice su pareja a ella como si escuchan que alguien se las dirige a otra persona.

Y, por supuesto, identificar como maltrato ciertas conductas como el que se mire constantemente los mensajes de móvil de su pareja, el asegurar que la familia o los amigos están en contra de la relación de pareja o las llamadas obsesivas para saber dónde se encuentra.

 

Foto by Pixabay

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