Cuándo no merece la pena luchar por tu relación de pareja

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Cuándo no merece la pena luchar por tu relación de pareja - El Jardín de Venus

Cada año miles de parejas se rompen. En algunos casos merece trabajar por intentar que la pareja recupere lo que un día tuvieron. En otros resulta absurdo y es una absoluta pérdida de tiempo, energía y fortaleza. Te contamos cuándo no merece la pena luchar por tu relación de pareja.

En España todos los veranos terminan con miles de solicitudes de divorcio y, probablemente, con otras tantas parejas rotas sin necesidad de papeles que lo certifiquen. Algunas arrastran problemas anteriores y en los días vacacionales de convivencia todo termina estallando por los aires.  En otros surgen cuestiones y problemas nuevos que nos hacen replantear el valor de la vida en pareja.
En ocasiones merece la pena poner de nuestra parte por solucionar las diferencias o acudir a terapia de pareja para tratar de recibir ayuda para reencauzar la relación.  En otras no merece la pena luchar por la relación porque ya está muerta y es una pérdida de tiempo, de energía, de ilusión, de fuerza.

* Faltas de respeto reiteradas.

En realidad, algo se rompe en cualquier relación, y no solo de pareja, cuando una falta al respeto a otra. Si ya se faltan mutuamente, es difícil reconstruir lo que se ha dañado de ese modo. Con frialdad y sinceramente, ¿quieres seguir con una persona incapaz de respetarte? La violencia verbal, y ya no digamos la física, deberían ser una señal que nos deje claro que esa relación no merece la pena y que lo mejor es abandonarla definitivamente, por difícil o duro que pudiera parecer en este momento.

* Presión para mantener relaciones sexuales.

Es una barrera que no hay que atravesar. Cuando un miembro de la pareja no quiere mantener relaciones íntimas por el motivo que sea, o no querer realizar ciertas prácticas sexuales, independientemente de sus motivos, esa decisión se debe respetar. Trata de presionar para que cambie de parecer es intolerable. Y si pese a la negativa acaba ocurriendo contra la voluntad del miembro de la pareja reticente, ten claro que estamos hablando de una violación. No es no siempre. También en pareja.

* Mentiras reiteradas.

Pueden amargar la vida de cualquier pareja, y acabar con la confianza y con el amor. No todas las mentiras son dañinas, ni buscan ocultar algo. Hay quien miente simplemente por costumbre, para sentirse más interesante o superior, o ni se sabe los motivos. Pero aunque sean mentiras livianas que no vayan a ninguna parte no tienes por qué soportarlo día tras día. Es más, las mentiras “tontas” que no ocultan nada ni reportan beneficio alguno a quien las dice pueden llegar a ser las peores, pues es síntoma de que esa persona no es equilibrada y puede terminar generando muchos problemas. Al fin y al cabo es más comprensible que uno mienta para salvarse de una bronca que mienta por puro hábito. Y es realmente improbable que una persona así cambie de actitud.

* Presión para modificar límites vitales.

Cada persona tiene unos límites propios que nadie debería presionarle para modificar, y menos aún la pareja. Cuando los dos miembros de la misma tienen formas de afrontar la vida o el futuro tan dispares que no son compatibles, al final la ruptura es inevitable y es mejor asumirlo desde el primer momento que afrontar frustraciones, desgaste emocional y agotarse durante un tiempo valioso que uno podría utilizar para recuperarse y tratar de ser feliz. Por ejemplo si uno tiene clarísimo que desea formar una familia y el otro no quiere oír hablar de la maternidad/paternidad.

Aunque siempre hay matices, casos y cuestiones que ver y afrontar desde diferentes prismas, estos son algunas signos inequívocos de que no merece la pena luchar por tu relación de pareja. ¿Añadirías alguno más?

 

Foto by Pixabay

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